El domingo10 de febrero se cumplieron 234 de la fundación de la Aduana de Montevideo, cuya creación fue dispuesta por real orden de la corona española en esa misma fecha del año 1779.
La puesta en funcionamiento de la Aduana de Montevideo, que fue la primera que tuvo el país, se constituyó en los cimientos de lo que actualmente es la Dirección Nacional de Aduanas.
A continuación, se transcribe una síntesis que recrea el proceso histórico que condujo a la fundación de la Aduana de Montevideo.
“Pasada la mitad del siglo, y por reales órdenes, los españoles fueron estableciendo disposiciones sobre documentación de origen y navegación, que constituyen los antecedentes directos de la legislación aduanera, vigente en la actualidad en nuestro país.
Al ser la Aduana, con todas sus responsabilidades y funciones, el centro mismo de una imprescindible actividad nacional, es que brevemente diremos que "Las Aduanas son organismos establecidos legalmente por los Estados, en las costas, fronteras y aeropuertos, para recaudar los derechos arancelarios y otros que se hallen a su cargo, y fiscalizar el ingreso y salida de mercaderías, haciendo cumplir las normas que a este ramo se refieren''.
Cuando se realizan ingresos o salidas evitando o burlando la normativa vigente que regula esos movimientos, se configura lo que desde muy remotos tiempos se decía ir contra los bandos, o sea contra la norma. Finalmente, la palabra contrabando resumió claramente este ilícito o pretensión del mismo.
Recién allá por los años 1769 se designaron los primeros guardas: Enrique Guzmán y José Quijano. Servían sin sueldo y sin más emolumentos que la parte de los decomisos. La cosa no podía ser más económica. Pero los buenos guardas, contando tres años de servicios en esa forma, se arremangaron a manera de los pasantes del arroyuelo Quita Calzón, y solicitaron percibir sueldo, saliendo mal parados de su petitorio.
El bloqueo que se interpuso fue en regla, y los guardas no tuvieron más remedio que conformarse. Se les contestó que por la Ley 49, título 35, libro 2º estaba prohibido pagarles sueldo.
Según Isidoro de María, en su obra "Montevideo Antiguo" "en los primeros tiempos de la fundación de esta ciudad, poco había que contrabandear; primero, por que allá por muerte de un obispo venían buques de la Península, en aquellos larguísimos viajes a vela, en que se echaban dos y tres meses, y segundo porque era prohibida la importación de mercaderías extranjeras".
Además, con la promulgación del Reglamento de Aranceles Reales para Comercio Libre de España a Indias, dictado en 1778, la mayor parte de las manufacturas españolas eran declaradas exentas de derechos de importación en las Colonias, y los productos del país, que se reducían a los cueros al pelo, sólo pagaban del 3 al 5 por ciento de introducción en los puertos habilitados de la Península.
Todo el Comercio español de estas regiones se cumplía a través de la Aduana de Lima, llamada, por ese motivo, Madrastra del Plata, que ejercía un monopolio absoluto en la materia.
La creación del Virreinato del Río de la Plata liberó al país de la hegemonía del Virreinato del Perú.
Fue entonces que se organizaron las aduanas de Buenos Aires y de Montevideo. La de Buenos Aires se fundó por real orden el 7 de abril de 1778 y la de Montevideo, por real orden también, el 10 de febrero de 1779.
Precisamente, con esa fecha, el Secretario de Estado Español en el Despacho Universal de las Indias, don José de Gálvez, dirigió un oficio a don Manuel Fernández, Intendente de los Reales Comercios en el Río de la Plata, autorizando, con aprobación del rey Carlos III, la creación de una Aduana en el puerto de Montevideo.
De esa manera, se transmitió la orden del Rey a quién debía ejecutarla.
Culminaba así, al más alto nivel, el proceso de gestación del Instituto, que tuvo su momento más notorio el 22 de agosto de 1778, cuando, con la publicación del Reglamento de Aranceles Reales para el Comercio Libre, y en cumplimiento del decreto del Intendente de los Reales Comercios de 2 de febrero de ese año, el Ministro de la Real Hacienda y Comisario de Guerra, don José Francisco de Sostoa, se hizo cargo de la administración de los servicios de Aduana en Montevideo.
El primer reglamento aplicable a la Aduana de Montevideo fue promulgado el 15 de febrero de 1779 como instrucciones para la mejor Administración de la Renta y Gobierno del Administrador, Contador y Vistas, que trata de los buques, la vista de entrada, la carga y descarga; las alcabalas, el arancel o aforador de Aduana, el régimen de contabilidad y el reglamento del Resguardo.
El 22 de setiembre de 1779 se creó el cargo de Comandante del Resguardo de todas las Rentas en Montevideo y costas del Río de la Plata, subordinado al Administrador de Aduana de Montevideo y con asiento en esta ciudad.